Un pasillo angosto enmarcado por puertas con ojo de buey enrejado, con luz artificial y poco aire. Es el pasillo a donde dan las celdas en la planta baja, EL PENAL DE MADRES, como lo llaman. Atrás de esas seudoventanas estan las mujeres, algunas con sus niños-as, precaria fuente de luz y aireación. El encierro dentro del encierro, aún mas penoso el estar, aún mas gravoso el crecer. Días y horas sin fin, un lánguido paso del tiempo, un estar, un vivir???
¿Es posible que aquellas que delinquen dentro de ese cruento encierro puedan iniciar un camino de reinserción? Dificilmente estas mujeres marcadas por un derrotero similar, solas, maltradas, sin sustento económico puedan reinsertarse si el ESTADO no asume la responsabilidad que la cabe arbitrando los medios para que la REINSERCION no quede en dichos y parafreseos políticos sino se concreten en medidas reales, posibles, tangibles.
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